EL PENSAMIENTO Y EL SENTIMIENTO CREADOR
Por Brad Hunter Abril 2014
Existe un principio metafísico que nos
enseña que todo es doble, tiene dos polos (Ley de Polaridad). Bajo esta ley
universal, los semejantes y los antagónicos son lo mismo, los opuestos son
idénticos en naturaleza, pero diferentes en grado; los extremos se tocan.
Todas las verdades son medias verdades y
todas las paradojas pueden reconciliarse. ¿No son el frío y el calor los
extremos de la temperatura? ¿No son el amor y el odio los extremos de la
emoción?
Esta ley nos permite entender que si
queremos cambiar o revertir alguna situación desfavorable debemos aplicar el
viejo lema "Al mal tiempo, buena cara". Entonces, no podremos lograr
un resultado favorable en el cambio de una realidad que nos es desfavorable si
no nos polarizamos en el opuesto de aquello que deseamos revertir.
Los más variados experimentos realizados
en los laboratorios científicos demuestran que enfocar nuestra atención
(sentimiento, emoción, pensamiento y creencia en algo) cambia el resultado de
un experimento del cual se conocía previamente su resultado.
Es decir que el experimentador influye
con sus creencias en el resultado del experimento.
En este estadio de la investigación
podemos asegurar, sin temor a equivocarnos, que somos los arquitectos de
nuestra realidad. Nuestra "buena cara" cambia los patrones del
"mal tiempo".
En el instante en que inhalamos por
primera vez nos asociamos a la mayor fuerza del universo: el poder de la
creación. El sentido de la vida es lograr materializar nuestros deseos
interiores mediante la fuerza del sentimiento y el pensamiento.
No obstante, despertar dicho poder de
materialización requiere de un cambio en la forma de todo aquello que creemos
de nosotros mismos y de las dinámicas de creación de la realidad. Así
como el sonido se propaga por el aire, nuestros pensamientos, sentimientos y
creencias atraviesan el entramado cuántico para convertirse en una
manifestación de optimismo o pesimismo, de salud o enfermedad, de amor o de
odio, de paz o de violencia.
Somos los
directores de orquesta de nuestra propia sinfonía
De la misma manera que un músico afina
su instrumento para mejorar el sonido de su melodía, nosotros podemos refinar
nuestras propias formas de pensamiento y emociones para mejorar la frecuencia
que propagamos por el éter y que determinarán el tenor de lo manifestado como
realidad.
Cada vez que pensamos o sentimos, es un
pedido que consciente o inconscientemente hacemos para preservar o destruir
algo que conforma la existencia, incluso las cosas que establecen los
parámetros de nuestra propia realidad y la de nuestros semejantes. Existimos en
una realidad mutable, maleable, que es el resultado de lo que individualmente y
colectivamente sentimos, pensamos y creemos.
Todo, desde una célula de nuestro cuerpo
hasta el logro de nuestros esfuerzos, depende de nuestra manera de pensar con
respecto a nosotros mismos y nuestra propia creencia en lo que somos o no somos
capaces de hacer.
Una vez escuché decir a un físico
cuántico: "Los milagros son el resultado de nuestro poder de cambiar
aquello que nuestra falta de fe nos hace creer que es inalterable". La
ciencia, con el advenimiento de la nueva era del conocimiento cuántico, ha
descubierto que las leyes de lo físico colapsan frente al potencial
incomprendido de la mente y la fuerza del espíritu.
El hombre, desde que nació la ciencia,
se dedicó a estudiar por separado lo que siempre estuvo unido dentro de un
sistema holotrópico, aquello que permite a la parte ser una pieza constitutiva
de un conjunto que es en sí mismo el movimiento hacia la totalidad y la unidad.
La disociación entre la ciencia y la
espiritualidad comienza a fundirse en un punto en el cual se espiritualiza la
ciencia y la espiritualidad se científica. Las erróneas creencias científicas
aún nos enseñan la dinámica inmutable de las leyes físicas. Durante cientos de
años la ciencia condicionó nuestro poder creativo al apegarnos a la creencia de
que nuestra experiencia interna nunca podría incidir en la afectación de los
acontecimientos.
Esta idea equivocada ha logrado disociar
la espiritualidad de la ciencia y a nosotros de nuestro mundo.
Hemos crecido creyéndonos víctimas de
los acontecimientos y de creencias que nos hacen seres "pasivos" que
observan cómo las cosas y los acontecimientos "suceden" simplemente
sin razón aparente. Ahora todo vuelve a nosotros, comenzamos a recuperar el
protagonismo actoral, dentro de esta majestuosa película que llamamos realidad.
Somos al mismo tiempo sus actores y directores.
En un mundo donde la mayor crisis de la
historia de la humanidad se materializa amenazando nuestra supervivencia, es
tiempo de tomar el timón del barco.
Diseñando la vida
Nosotros mismos somos el puente que une
el pedido de lo que proyectamos con la materialización de lo proyectado.
Nuestras creencias son el conjunto que
conforman las proyecciones mentales y emocionales de lo que enviamos al espacio
cuántico, como un paquete de instrucciones, que termina siendo el plano
constructivo del diseño de la realidad.
La construcción de la realidad no es
otra cosa que la conjunción del tiempo, el espacio, la intensión y la energía
constructiva que ordena las infinitas opciones latentes que existen como
realidades potenciales. La experiencia que llamamos creencia tiene un efecto
que se expande y proyecta mucho más allá de nosotros mismos hacia una matriz
que es el espacio intangible en el cual el crear es posible.
Cuando nos aceptamos a
nosotros mismos como creadores y aprendemos a sintonizarnos con la fuerza que
nos permite crear, comenzamos a cambiar enfermedad por salud, odio por amor y
nos abrimos a la posibilidad de ser co-participadores del proceso de creación.
Probablemente no sea
una coincidencia que durante el mismo lapso en que se nos ha alentado a adoptar
creencias limitantes, la humanidad haya sufrido las mayores calamidades
producidas por guerras, plagas y persecuciones, además de haber causado los
mayores daños al ecosistema jamás realizados.
Son precisamente estas creencias las que
a menudo nos hacen sentirnos insignificantes, impotentes y temerosos de los
acontecimientos y del propio futuro, cuando en verdad poseemos el potencial
para hacer frente al desafío y para revertirlo.
¿Qué sucedería si
descubriéramos lo que somos capaces de hacer? ¿Y si resulta que juntos
podríamos convertirnos en poderosos emisores de energía con el potencial de
transmutar cualquier situación desfavorable para el planeta? ¿Cómo cambiarían
nuestras vidas si despertamos al poder de crear abundancia para nuestras vidas,
mediante la capacidad de comunicarnos cuánticamente con la matriz de
creación?
Un cambio de paradigma semejante sería
como un cambio radical de timón sobre lo que creemos que es posible y lo que
no. Mientras nos sintamos seres separados e impotentes frente a lo creado, el
conflicto, la separación y el sufrimiento tendrán sentido.
También si la ciencia revela que somos
seres con un potencial enorme de transformación y creación, el conflicto, la
separación y el sufrimiento dejarán de tener sentido.
Las puertas hacia el nuevo entendimiento
están abiertas: la creación necesita creador.
Por Brad Hunter
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vocescosmicas.blogspot.com.ar
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