miércoles, 27 de febrero de 2013





Por NAMASTE CALLE

En términos generales, muchos somos almas viejas, pero algunos de nosotros hemos estado aquí mucho más tiempo que otros. Así que, ¿cómo puedes saber si tienes un alma vieja? 

1- Entiendes muchas de las más profundas lecciones de la vida 
Para algunas personas, es difícil imaginar que el alma de un niño puede ser mucho mayor que el alma de sus padres. Para estas personas en particular, esta es una señal de que su alma pudiera ser más joven que la suya. Una vez que comprendas que el tiempo, el espacio, la energía y la materia son productos tridimensionales, la teoría del tiempo se vuelve irrelevante, por lo que la teoría de la edad de tu alma también se vuelve irrelevante.

2- Estás en contacto con tus habilidades naturales o tiene un gran interés en estas habilidades.  Algunas personas nacen con dones innatos, como la capacidad de sanación especiales o capacidades psíquicas. La verdad es que todos poseen estas habilidades, pero un alma más vieja está más en consonancia con la forma de acceder y aplicar estas habilidades en nombre de la humanidad. Si no tienes ninguna habilidad especial, pero un gran interés en ella, esto no es más que tu alma tratando de recordar estas habilidades que podrías haber tenido en una vida anterior.

3- Te vuelves consciente espiritualmente 
Todo el mundo es pura conciencia, pero muchas personas tienen dificultades para entender lo que esto significa. Tu alma es conciencia pura y amor. Tiene una comprensión única de cómo la matriz está siendo manipulada en este planeta y comprendes que todo lo que hacemos como humanidad contribuirá a facilitar el despertar de los demás.

4- Entiendes la importancia del perdón 
Algunas personas son almas  que todavía tienen mucho que aprender porque están atrapadas en el interior de la caja con sus ideologías, son materialistas, tercos, quieren  las cosas  solo a su manera y no han aprendido la importancia del perdón. Al perdonarnos a nosotros mismos y a otros, podemos liberar el karma y ataduras entre estas personas.

5- Eres capaz de trascender el ego Es casi imposible que alguien pueda trascender completamente el ego el 100% del tiempo, pero simplemente ser conscientes de nuestro ego y cómo éste juega en contra de la conciencia de unidad es una señal definitiva de un alma vieja. Estar en negacion con relacion a que es el ego quien dirige su vida, relaciones y acciones, es lo propio en almas con mucho camino por recorrer.

6- Eres capaz de trascender el materialismo 
El dinero y el materialismo son producto de esta realidad tridimensional y es fácil sucumbir al materialismo. Un alma más vieja se da cuenta de que el dinero es inexistente, una ilusion, una atadura que preocupa y llena el mundo de las almas no  evolucionadas, que por lo general nos aleja de lo que realmente somos y debemos trascender como seres espirituales. Aquellos que son almas viejas generalmente, utilizarán el dinero como una herramienta para ayudar, para dar y para facilitar su progreso espiritual. Siempre usan su dinero para ayudar a otros que son menos afortunados, sin hacerlo notar, sin hacerlos sentir mal. Ese es el secreto de la verdadera generosidad de un ser que tiene la guia y conexion de su ser superior.

7- Eres capaz de entender el concepto de que tu cuerpo es un estuche de tu alma 
Antes de que nacieras, no sólo escogiste a tus padres, también elegiste tus situaciones de vida y los desafíos que contribuirían a facilitar tu crecimiento espiritual mientras está expiando cualquier karma anterior.

8- El cuerpo que ocupas actualmente es simplemente un recipiente para el alma.
 Tienes una comprensión de lo que necesitas hacer para completar tu progreso espiritual. Sólo con llegar hasta aquí, estás más despierto que la mayoría de la gente en este planeta. Tienes una comprensión de las leyes universales y lo que queda por hacer en tu contrato del alma. Incluso si no estás seguro de esto, tu ser superior y guías espirituales continuarán llevándote en la dirección correcta.

9- Tienes un fuerte sentimiento de que el hogar no es la Tierra)
¿Alguna vez miraste al azar el cielo y te quedaste viendo a una estrella desconocida sin ninguna razón en particular?

b) ¿Tiene una conexión especial con sistemas estelares específicos, como Sirio, las Pléyades o el Cinturón de Orión?

c) ¿Las guerras y la corrupción te hacen sentir incómodo, como si no existieran en el lugar de donde originalmente viniste?

d) ¿Eres una de las almas que se ofrecieron de voluntarias para venir aquí a este punto específico en el tiempo para servir y ayudar con la ascensión de la Tierra?

Si contestaste sí a alguna de estas preguntas, entonces es probable que la Tierra no sea tu planeta de origen.

10- Tiendes a ser una persona solitaria.  La persona solitaria a menudo es condescendiente, pero en realidad estas almas viejas están buscando otros fragmentos de sí mismos y con frecuencia se alejarán de las almas más jóvenes  que siguen aferradas a los impulsos del ego, que necesitan más encarnaciones en un planeta tridimensional. Las almas más viejas buscarán a otras personas de igual mentalidad, porque hay una comodidad y familiaridad con este tipo de personas que van a ayudar a facilitar a los demás la progresión espiritual.

11- Tienes una naturaleza rebelde Ya sea que te rebeles contra la religión, las leyes o cualquier otra cosa, esto es una señal de que el alma conoce las leyes únicas verdaderas… las leyes del Universo.

12- Tienes un deseo ardiente de alcanzar la verdad y la sabiduría interior Muchas almas viejas pueden ver fácilmente las mentiras que nos han enseñado a través de la religión, la política y a través de nuestros centros educativos. Si bien se dan cuenta que todos somos uno con el universo, también quieren la verdad expuesta, para ayudar a otros en su proceso de despertar.

13- ¿Sientes una separación entre tú y el supuesto “mundo real”? Al trascender el ego y el materialismo, te encuentras viviendo un estilo de vida diferente. Si bien esta forma de vida es única a tu encarnación actual, parece haber también un conocimiento de la dirección a la que te diriges.

14- Eres curioso acerca de si eres un alma vieja o no.  Muchas almas jóvenes no harían esta pregunta ni mucho menos se preocuparían por ello. Mientras que muchas almas viejas tampoco se preocupan, por diferentes razones, simplemente “saben” que son almas viejas, pero es bueno tener afirmaciones que coincidan con su progreso espiritual.

15- Eres capaz de dar, de servir sin esperar nada a cambio.  Cuando puedes servir y dar, sin juzgar,  sin manipulaciones, sin culpar a los demas, sin esperar recibir nada a cambio, cuando hayas superado tu ego, tu mente pobre y condicionada, cuando sublimes tus emociones y seas generoso, sincero, lleno de amor y honestidad, habrás trascendido y estaras listo para entrar en el camino que llamamos de cambio, de luz y espiritualidad.

Muchos de los que han despertado probablemente se trasladarán a su próximo nivel de evolución espiritual. Es importante recordar que esta no es una carrera, porque al final, todos ganamos.
¡Disfruta cada milisegundo en esta encarnación porque esta puede ser la última vez que vas a experimentar una realidad tridimensional!

(SOY ALMA VIEJA, SOY FELIZ DE SERLO-  Por Namaste Calle)

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domingo, 24 de febrero de 2013




Lección 55 de "UN CURSO DE MILAGROS"
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(Hace ya tiempo la mayoría de los medios de comunicación no hacen sino propagar noticias y acontecimientos de tinte negativo o pesimista. Esto es al efecto de mostrar un mundo caótico y que poco vale la pena vivir, con lo cual nos doblegan, nos hacen pensar que no hay esperanzas ni posibilidades de un mundo mejor. La sumatoria energética de estos pensamientos logra que esa energía se traslade a lo físico y sucedan los acontecimientos buscados por estos medios que solo trabajan y responden a sus intereses económicos y de poder. De esta manera una vez más la humanidad en una gran mayoría es empujada al caos y a la dominación.
Por una cuestión lógica de evolución muchos humanos están despertando y despegándose del  manejo oscuro de los medios y sus fuentes de poder, y están actuando de manera independiente de ellos, poniendo en sus mentes y corazones el amor, la esperanza y la certeza de que siendo todos hijos del creador, siendo todos uno con él (a imagen y semejanza) podemos co-crear una realidad distinta positiva y favorable para todos en un mundo nuevo.
Solo es cuestión de proponernos arraigar en nosotros el Amor, la Luz, la Paz, y la Alegría y ver el mundo de esta manera. La suma de estas energías ya está cambiando la realidad prefabricada por los dueños de la desesperanza. Cada día somos más, cada día se suman más voluntades para el logro de ese mundo mejor que todos queremos. El fin de la manipulación está muy cerca. Por ello no se dejen influenciar por las noticias de los medios (vengan de donde vengan) que solo persiguen un fin egoísta y oscuro)
Luz, Paz, Amor y Alegría para todos.
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***
El repaso de hoy incluye lo siguiente:
(21) Estoy decidido a ver las cosas de otra manera.
Lo que ahora veo no son sino signos de enfermedad, desastre y muerte. Esto no puede ser lo que Dios creó para Su Hijo bien amado. El hecho en sí de que vea tales cosas demuestra que no entiendo a Dios. Por lo tanto, tampoco entiendo a Su Hijo. Lo que veo me muestra que no sé quién soy. Estoy decidido a ver los testigos de la verdad en mi, en vez de aquellos que me muestran una ilusión de mi mismo.
(22) Lo que veo es una forma de venganza.
El mundo que veo no es en modo alguno la representación de pensamientos amorosos. Es un cuadro en el que todo se ve atacado por todo. Es cualquier cosa menos un reflejo del Amor de Dios y del amor de Su Hijo. Son mis propios pensamientos de ataque los que dan lugar a este cuadro. Mis pensamientos amorosos me librarán de esta percepción del mundo y me brindarán la paz que Dios dispuso que yo tuviese.
(23) Puedo escaparme de este mundo renunciando a los pensamientos de ataque.
En esto, y sólo en esto, radica la salvación. Si no albergase pensamientos de ataque no podría ver un mundo de ataque. A medida que el perdón permita que el amor retorne a mi conciencia, veré un mundo de paz, seguridad y dicha. Y esto es lo que elijo ver, en lugar de lo que ahora contemplo.
(24) No percibo lo que más me conviene.
¿Cómo podría reconocer lo que más me conviene si no sé quién Soy? Lo que yo creo que más me convendría no haría sino atarme aún más al mundo de las ilusiones. Estoy dispuesto a seguir al Guía que Dios me ha dado para descubrir qué es lo que más me conviene, reconociendo que no puedo percibirlo por mi cuenta.
(25) No sé cuál es el propósito de nada.
Para mi, el propósito de todas las cosas es probar que las ilusiones que abrigo con respecto a mi mismo son reales. Para eso es para lo que trato de usar a todo el mundo y todas las cosas. Para eso es para lo que creo que es el mundo. Por lo tanto, no reconozco su verdadero propósito. El propósito que le he asignado ha dado lugar a una imagen aterradora del mismo. Quiero que mi mente se vuelva receptiva al verdadero propósito del mundo renunciando al que le he asignado, y descubrir la verdad acerca de él.
FUENTE: “UN CURSO DE MILAGROS”

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sábado, 23 de febrero de 2013








 Introducción:
La famosa revista Newsweek sorprendió a muchos en su edición de Octubre 2012 con una portada y un titular impactante: “El cielo es real – La experiencia de un Doctor en el más allá”. La revista publica un artículo escrito por un prestigioso neurocirujano estadounidense que luego de haber vivido una Experiencia Cercana a la Muerte (ECM), asegura haber visto y viajado al más allá. Presentamos a continuación la traducción completa de la nota de Newsweek.


El paraíso es real: La experiencia de un doctor en el más allá
Cuando un neurocirujano se encontró a si mismo en estado de coma, experimentó cosas que nunca creyó posibles: un viaje al más allá.
Como neurocirujano, yo no creía en el fenómeno de las experiencias cercanas a la muerte. Hijo de un neurocirujano, crecí en un mundo científico. He seguido el camino de mi padre y me convertí en un neurocirujano académico, enseñando en Harvard Medical School y otras universidades. Entiendo lo que ocurre en el cerebro cuando las personas están a punto de morir, y siempre había creído que había una buena explicación científica para los viajes celestiales fuera del cuerpo, descritos por aquellos que escapaban a la muerte por poco.
El cerebro es un mecanismo sorprendentemente sofisticado pero extremadamente delicado. Si se reduce la cantidad de oxígeno que recibe, así sea la cantidad más pequeña, este reaccionará. No era una gran sorpresa que las personas que habían sufrido un traumatismo grave regresaran de sus experiencias con historias extrañas. Pero eso no significaba que habían viajado a algún lugar real.
Aunque me consideraba un creyente cristiano, era más de título que de creencia real. No me molestaban los que querían creer que Jesús era más que simplemente un buen hombre que había sufrido a manos del mundo. Simpatizaba profundamente con aquellos que querían creer que había un Dios en alguna parte ahí fuera que nos amaba incondicionalmente. De hecho, envidiaba a esas personas la seguridad que esas creencias sin duda les proporcionaban. Pero como científico, simplemente creía que era incorrecto creer en eso.
En el otoño de 2008, sin embargo, después de siete días en un estado de coma en el que se inactivó la parte humana de mi cerebro, el neocórtex, experimenté algo tan profundo que me dio una razón científica para creer en la conciencia después de la muerte.
Se cómo pronunciamientos como el mío les suenan a los escépticos, así que voy a contar mi historia con la lógica y el lenguaje del científico que soy.
Muy temprano por la mañana, hace cuatro años, me desperté con un dolor de cabeza muy intenso. En cuestión de horas, mi corteza entera – toda la parte del cerebro que controla el pensamiento y la emoción, y que en esencia que nos hace humanos- se había apagado. Los médicos del Hospital General de Lynchburg en Virginia, un hospital donde yo mismo trabajaba como neurocirujano, determinaron que de alguna manera había contraído una meningitis bacteriana muy poco frecuente que ataca sobre todo a los recién nacidos. Bacterias de e. coli habían penetrado en mi líquido cefalorraquídeo y estaban comiendo mi cerebro.
Cuando entré en la sala de emergencias aquella mañana, mis posibilidades de supervivencia en algo más que un estado vegetativo ya eran bajas. Pronto estas posibilidades cayeron a casi nulas. Durante siete días estuve en un coma profundo, mi cuerpo sin respuestas, mis funciones cerebrales superiores totalmente fuera de línea.
Luego, en la mañana de mi séptimo día en el hospital, mientras mis médicos consideraban si se suspendía el tratamiento, mis ojos se abrieron de golpe.
No hay una explicación científica para el hecho de que mientras mi cuerpo estaba en estado de coma, mi mente – mi conciencia, mi yo interior – estaba viva y bien. Mientras las neuronas de mi corteza cerebral fueron aturdidas hasta su total inactividad por las bacterias que las habían atacado, mi conciencia liberada del cerebro había viajado a una diferente y mayor dimensión del universo: una dimensión que nunca había soñado que podía existir, y que mi viejo yo previo al coma hubiera estado más que feliz explicando que se trataba de  una simple imposibilidad.
Pero esa dimensión, a grandes rasgos, la misma que describen incontables personas que han vivido experiencias cercanas a la muerte u otros estados místicos, está allí. Existe, y lo que vi y aprendí allí me ha puesto literalmente en un mundo nuevo: un mundo en el que somos mucho más que nuestros cerebros y cuerpos, y donde la muerte no es el final de la conciencia, sino más bien un capítulo de un vasto e incalculablemente positivo viaje.
No soy la primera persona en tener evidencia de que la conciencia existe más allá del cuerpo. Breves y  maravillosos destellos de este reino son tan antiguos como la historia humana. Pero hasta donde yo sé, nadie antes que yo haya viajado alguna vez a esta dimensión (a), mientras su corteza estaba completamente apagada, y (b), mientras que su cuerpo estaba bajo observación médica al minuto, como lo estuvo mi cuerpo durante los siete días completos de mi estado de coma.
Todos los argumentos principales en contra de las experiencias cercanas a la muerte sugieren que estas experiencias son el resultado de un mínimo, transitorio, o parcial mal funcionamiento de la corteza cerebral. Sin embargo, mi experiencia cercana a la muerte no tuvo lugar mientras mi corteza estaba funcionando mal, sino mientras estaba simplemente apagada. Esto se desprende claramente de la gravedad y la duración de mi meningitis, y de la complicación cortical global documentada por los escaneos TC y exámenes neurológicos. Según el conocimiento médico actual sobre el cerebro y la mente, no hay absolutamente ninguna manera de que yo pudiera haber experimentado ni siquiera una conciencia débil y limitada durante mi tiempo en el estado de coma, y mucho menos la odisea híper vívida y completamente coherente que experimenté.
Me tomó meses aceptar lo que me pasó. No sólo la imposibilidad médica de que había estado consciente durante mi coma, pero más importante aún, las cosas que sucedieron durante ese tiempo. Hacia el comienzo de mi aventura, yo estaba en un lugar de nubes. Grandes, esponjosas, de color rosa-blanco, que se presentaron nítidamente en contraste con el  profundo cielo negro-azul.
Más alto que las nubes, inconmensurablemente más alto, una multitud de seres transparentes y brillantes se movían trazando arcos por el cielo, dejando largos trazos como serpentinas detrás de ellos.
¿Pájaros? ¿Ángeles? Estas palabras las registré más tarde, cuando estaba escribiendo mis recuerdos. Pero ninguna de estas palabras hace justicia a estos seres, que eran, sencillamente, diferentes a todo lo que he conocido en este planeta. Eran más avanzados. Formas superiores.
Un sonido, enorme y retumbante como un canto glorioso, descendió desde lo alto, y me pregunté si los seres alados lo estaban produciendo. Nuevamente, pensando en ello más tarde, se me ocurrió que la alegría de estas criaturas mientras volaban alto era tal, que tenían que emitir este sonido,  y que si la alegría no salía de ellos de esta manera entonces simplemente no serían capaces de contenerla. El sonido era palpable y casi material, como una lluvia que se puede sentir en tu piel, pero que no te moja.
Ver y escuchar no estaban separados en este lugar donde ahora estaba. Podía escuchar la belleza visual de los cuerpos plateados de esos seres brillantes que estaban arriba, y pude ver la perfección creciente, alegre de lo que cantaban. Parecía que no se podía ver o escuchar ninguna cosa en este mundo sin volverse parte de ella, sin unirse con ello de alguna forma misteriosa. Una vez más, desde mi perspectiva presente, me permito sugerir que no se podría mirar “hacia” nada en ese mundo en absoluto, porque la palabra “hacia” en sí misma implica una separación que allí no existía. Cada cosa era distinta, pero cada cosa era también una parte de todo lo demás, al igual que los diseños ricos y entremezclados en una alfombra persa … o en el ala de una mariposa.
Se vuelve más extraño aún. Durante la mayor parte de mi viaje, alguien más estaba conmigo. Una mujer. Ella era joven, y me acuerdo de cómo era en detalle. Tenía los pómulos altos y ojos profundamente azules. Trenzas doradas enmarcaban su hermoso rostro. La primera vez que la vi, estábamos juntos cabalgando sobre una superficie con un intrincado patrón, que después de un momento me di cuenta que era el ala de una mariposa. De hecho, millones de mariposas estaban alrededor de nosotros, enormes y agitadas olas de ellas, que se zambullían en un bosque y volvían de nuevo a nuestro alrededor. Era un río de vida y color, moviéndose a través del aire. La vestimenta de la mujer era simple, como la de un campesino, pero sus colores en polvo azul, índigo y pastel de naranja-durazno tenían la misma abrumadora y súper vívida vitalidad que todo lo demás. Ella me miró con una mirada que, si la vieras durante cinco segundos, haría que tu vida entera hasta ese punto valiera la pena, sin importar lo que haya ocurrido en ella hasta ahora. No era una mirada romántica. No era una mirada de amistad. Era una mirada que de alguna manera estaba más allá de todo esto, más allá de todos los diferentes tipos de amor que tenemos aquí en la tierra. Era algo superior, que contenía todos estos tipos de amor en si mismo, mientras al mismo tiempo era mucho mayor que todos ellos. 
Sin pronunciar una sola palabra, ella me habló. El mensaje me atravesó como un viento, y al instante comprendí que era cierto. Lo supe de la misma manera en que supe que el mundo que nos rodeaba era real, no era una fantasía pasajera e insustancial.
El mensaje tenía tres partes, y si tuviera que traducirlas al lenguaje terrenal, sería algo como esto:
“Ustedes son amados y apreciados, muchísimo y para siempre.”
“No tienes nada que temer.”
“No hay nada que puedas hacer el mal.”
El mensaje me inundó con una inmensa y loca sensación de alivio. Era como si me hubieran entregado las reglas de un juego al que había estado jugando toda mi vida sin nunca haberlo comprendido plenamente.
“Te vamos a mostrar muchas cosas aquí”, dijo la mujer, una vez más, sin llegar a utilizar estas palabras, sino transmitiéndome directamente su esencia conceptual. “Pero eventualmente vas a regresar”.
Para ello, sólo tenía una pregunta.
¿Regresar a dónde?
Un viento cálido soplaba, como los que surgen en los días más perfectos de verano, sacudiendo las hojas de los árboles y fluyendo como agua celestial. Una brisa divina. Esto cambió todo, transformando el mundo a mi alrededor en una octava incluso más alta, una vibración más alta.
A pesar de que aun tenía una pequeña función del lenguaje, al menos la idea que tenemos de él en la Tierra, sin decir palabras comencé a formular preguntas a este viento, y al ser divino que sentía que trabajaba detrás de él o dentro de él.
¿Dónde está este lugar?
¿Quién soy yo?
¿Por qué estoy aquí?
Cada vez que expresé silenciosamente una de estas preguntas, la respuestas llegaron inmediatamente, en una explosión de luz, color, amor y belleza que soplaba a través de mí como una ola rompiendo. Lo más importante de estas explosiones es que no callaban mis preguntas abrumándolas. Respondían a las preguntas, pero de una forma que pasaba el lenguaje por alto. Los pensamientos me entraban directamente. Pero no era pensamiento como lo experimentamos en la Tierra. No era vago, inmaterial o abstracto. Estos pensamientos eran sólidos e inmediatos, más calientes que el fuego y más húmedos que el agua, y mientras los recibía era capaz de comprender al instante y sin esfuerzo conceptos que me habría llevado años comprender plenamente en mi vida terrenal.
Seguí avanzando y me encontré ingresando en un inmenso vacío, completamente oscuro, infinito en tamaño, pero también infinitamente reconfortante. Era profundamente negro pero a la vez rebosante de luz: una luz que parecía venir de un orbe brillante que ahora sentía más cerca de mí. El orbe era una especie de “intérprete” entre mí y esta vasta presencia que me rodeaba. Era como si yo estuviera naciendo a un mundo más grande, y el propio universo era como un útero cósmico gigante y el orbe (que sentí estaba conectado de alguna manera con, o incluso era idéntico a la mujer sobre el ala de la mariposa) fue guiándome a través de él.
Más tarde, cuando volví, me encontré con una cita del Siglo XVII, del poeta cristiano Henry Vaughan, que estuvo muy cerca de describir este lugar mágico, este núcleo vasto y negro como tinta, que era el hogar de la misma Divinidad.
“Hay, dicen algunos, en Dios, una oscuridad profunda pero deslumbrante”.
Eso era exactamente: una negra oscuridad que también estaba rebosante de luz.
Sé muy bien cuan extraordinario, cuan francamente increíble, todo esto suena. Si alguien, incluso un médico, me hubiera contado una historia como ésta en los viejos tiempos, hubiera estado bastante seguro de que estaba bajo el hechizo de algún delirio. Pero lo que me pasó fue, lejos de ser delirante, tan real o más real que cualquier otro acontecimiento en mi vida. Eso incluye el día de mi boda y el nacimiento de mis dos hijos.
Lo que me pasó exige una explicación.
La física moderna nos dice que el universo es una unidad que es indivisible. Aunque parece que vivimos en un mundo de separación y diferencia, la física nos dice que debajo de la superficie, cada objeto y acontecimiento en el universo está completamente entretejido con todos los demás objetos y eventos. No hay verdadera separación.
Antes de mi experiencia de estas ideas eran abstracciones. Hoy son realidades. El universo no sólo está definido por la unidad, sino también, ahora lo sé, definido por el amor. El universo como lo experimenté en mi estado de coma es – he descubierto con sorpresa y alegría- el mismo sobre el cual tanto Einstein y Jesús habían hablado en sus (muy) diferentes maneras.
He pasado décadas como neurocirujano en algunas de las instituciones médicas más prestigiosas de nuestro país. Sé que muchos de mis compañeros se aferran, como yo en el pasado, a la teoría de que el cerebro, y en particular la corteza, genera la conciencia y de que vivimos en un universo desprovisto de cualquier tipo de emoción, y mucho menos del amor incondicional que ahora se que Dios y el universo tienen hacia nosotros. Pero esa creencia, esa teoría, ahora yace rota a nuestros pies. Lo que me pasó la destruyó, y tengo la intención de pasar el resto de mi vida investigando la verdadera naturaleza de la conciencia y difundiendo el hecho de que somos más, mucho más, que nuestro cerebro físico, lo más claro que pueda, tanto hacia mis colegas científicos como hacia la gente en general.
No espero que esto sea una tarea fácil, por las razones que he descrito anteriormente. Cuando el castillo de una vieja teoría científica comienza a mostrar líneas de falla, al principio nadie quiere prestar atención. En primer lugar, el antiguo castillo simplemente ha tomado mucho trabajo para ser construido, y si se cae, uno completamente nuevo tendrá que ser construido en su lugar.
Esto lo aprendí de primera mano después de que estuve lo suficientemente bien como para volver a salir al mundo y hablar con otras personas -personas, es decir, que no sean mi sufrida esposa, Holley, y nuestros dos hijos-, acerca de lo que me había pasado. Las miradas de incredulidad cortés, especialmente entre mis amigos médicos, pronto me hicieron ver la gran tarea que tendría para que la gente comprendiera la enormidad de lo que había visto y experimentado esa semana mientras mi cerebro estaba apagado.
Uno de los pocos lugares en los que no tuve problemas para transmitir mi historia era un lugar que antes de mi experiencia había visto bastante poco: la iglesia. La primera vez que entré en una iglesia después de mi coma, veía todo con ojos nuevos. Los colores de los vitrales me recordaron la luminosa belleza de los paisajes que había visto en el mundo de arriba. Las notas bajas profundas del órgano me recordaron cómo los pensamientos y emociones en ese mundo son como olas que se mueven a través de ti. Y, lo más importante, una pintura de Jesús partiendo el pan con sus discípulos evocó el mensaje que permanece en el corazón mismo de mi viaje: que somos amados y aceptados incondicionalmente por un Dios aun más grande e insondablemente glorioso que el que me habían enseñado de niño en la escuela dominical.
Hoy en día muchos creen que las verdades espirituales vivas de la religión han perdido su poder, y que la ciencia, no la fe, es el camino a la verdad. Antes de mi experiencia tenía una fuerte sospecha de que ese era el caso para mí.
Pero ahora entiendo que esta opinión es demasiado simple. El hecho cierto es que la imagen materialista del cuerpo y el cerebro como los productores, en lugar de los vehículos, de la conciencia humana, está condenada. En su lugar, una nueva visión de la mente y el cuerpo va a surgir, y de hecho ya está emergiendo. Este punto de vista es científico y espiritual en igual medida y valorará lo que los más grandes científicos de la historia siempre se han valorado por sobre todo: la verdad.
Esta nueva imagen de la realidad tomará mucho tiempo en armarse. No va a estar terminada en mi tiempo, o incluso, sospecho, tampoco en el tiempo de mis hijos. De hecho, la realidad es demasiado vasta, demasiado compleja y demasiado irreductiblemente misteriosa para que una imagen de ella alguna vez llegue a estar absolutamente completa. Pero, en esencia, esta imagen mostrará al universo en evolución, multidimensional, y conocido en detalle hasta cada uno de sus últimos átomos por un Dios que nos cuida mucho más profunda y apasionadamente que cualquier padre que alguna vez haya amado a su hijo.
Aun sigo siendo un doctor, y aun sigo siendo un hombre de ciencia, casi exactamente igual a como era antes de que tuviera mi experiencia. Pero en un nivel más profundo soy muy diferente a la persona que era antes, porque he podido vislumbrar esta imagen de la realidad que está surgiendo. Y puedes creerme cuando te digo que va a valer la pena cada pequeño paso de la labor que nos llevará, y a los que vienen después de nosotros, para llegar a comprenderla bien.
por el Dr. Eben Alexander, The Daily Beast, 08 de Octubre 2012

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Sincronicidad es un término originariamente acuñado por Carl Gustav Jung que se refiere a la unión de los acontecimientos interiores y exteriores de un modo que no se puede explicar pero que tiene sentido para el observador, es decir, ese tipo de eventos en nuestra vida que solemos achacar a la casualidad, a la suerte, o a la magia.

¿Has experimentado alguna vez el placer de encontrar a la persona exacta que necesitabas aparecida de la nada?,¿o recibiste la llamada de alguien del pasado de la que apenas unas horas antes te habías acordado sin motivo aparente?, ¿o ese libro que encontraste al azar que responde a la duda que te tenía bloqueado?.

La sincronicidad nos representa en el plano físico la idea o solución que mora en la mente de la manera más fácil y sin apenas esfuerzo.

Se trata de vivir el mayor tiempo posible en ese “fluir” que hace que la vida parezca una aventura permanente, un viaje de descubrimiento constante sobre uno mismo, sobre los demás y el universo. Decir sincronicidad es lo mismo que decir magia.

Hay unas condiciones óptimas de manifestación, un estado mental propicio para que puedan producirse y son los momentos personales intensos que nos obligan a estar muy pendientes de las señales del exterior, los momentos en que buscamos ayuda por intensas vivencias o crisis emocionales, los cambios bruscos, los viajes, los momentos de peligro, las muertes de seres queridos.
Los momentos en que nos olvidamos de la seguridad, de lo conocido y trillado, del plan establecido, de lo que se supone que debemos hacer, son los que nos sumergen en un estado de alerta y apertura perfectos para ser consciente de esa dimensión simbólica de la vida que es la que al final nos da la clave no sólo para la solución de nuestros problemas, sino para hallar nuevas maneras de vivir intensa y conscientemente.


La fe juega en esto un importante papel, la fe en uno mismo, en la fuerza creativa del universo que nos guía exactamente a dónde queremos llegar, la certeza de que si existe un miedo que nos bloquea, también hay un amor que nos motiva a experimentar más allá de lo conocido; pero hemos de elegir la aventura y no el hastío.

Somos lo que pensamos, y experimentaremos esa magia sólo si antes le damos la oportunidad creyendo en ella y invitándola a jugar en nuestras vidas. Esos momentos difíciles o especiales nos han puesto en ese estado de apertura y recepción, de nosotros depende que sigamos en esa actitud de aceptación de esa fuerza universal que parece saber exactamente lo que precisamos y nos lo brinda generosamente. No es ver para creer sino creer para ver, pues lo que hay en nuestra mente es lo que hace que nos atraigan y que nos veamos atraídos hacia lo que es análogo. Esa es la manera en que todo se agrupa.



La simbología y el sentido de estos acontecimientos nos da el mensaje exacto que el universo representa para nosotros igual que si fuera una sesión de cine particular. Las ideas poseen una vibración, a otros niveles tienen forma y color que hace que atraigan lo análogo.

Al atraer lo que se le asemeja podemos leer en la materia lo que realmente pensamos sobre nosotros mismos y del universo, y tomar decisiones sobre lo que deseamos ver convertido en realidad y lo que no.

Pero entonces me diríais ¿y porque no vivimos permanentemente en ese estado idílico en el que todo se resuelve, en el que la información fluye, en el que si fuera verdad seríamos como pequeños dioses creando lo que se nos antojara?. Pues siempre depende de que en la mente haya mensajes positivos, y emociones bondadosas en el corazón.



1.- El estado fluido es de muy elevada vibración y de una conexión intensa de mente y corazón, es decir, que el sentimiento es el que nos lleva a hacer tal cual cosa, es el que – valga la redundancia- da “sentido” a la vida. El sentimiento nos conecta directamente con el alma de las cosas y el pensamiento debe de contenerlo y construir sobre él pero nunca dejar de amarlo.

Normalmente experimentamos desde la idea preconcebida y decidimos luego que sentir por ella, emitimos un juicio antes de que la realidad se presente y hace que no veamos lo que es sino lo que queremos ver, y la magia se desvanece bajo el peso de la razón sin sentimiento por el miedo a lo desconocido. El miedo y la duda corta el flujo instantáneamente.

2.- El estado fluido está en permanente movimiento. Cada pieza del puzzle aparece en el preciso momento con la condición de pillarnos conscientes, despiertos, alertas y deseosos de recibirlas. Es como un juego en el que las reglas se van desvelando a medida que avanzamos. Las piezas nos vienen en forma de señales y analogías en la vida real y en forma de sueños mientras dormimos. El desentrañar el significado de esas señales es como aprender a descifrar las instrucciones del mapa del tesoro.

Las actitudes derrotistas, la negatividad que lleva al cansancio, a la rutina, a desear recibir constantemente en lugar de darse a uno mismo y a los demás, generan estados de bloqueo e inactividad. Para ver las señales hemos de hallarnos en camino.



3.- Fluir es confianza, certeza en las propias posibilidades y en las de la corriente creativa del universo. Fluir significa trabajar por ese estado positivo interior que nos mantiene protegidos y dispuestos a abrirnos a nuevas experiencias y milagros. Mientras nuestro discurso interno (y externo) sea “creo”, “puedo”, “confío”, “busco y encuentro”, “resuelvo”, “disfruto”, “es posible” “si y además” y “me gusta”, todo irá bien sin ninguna duda.

Habitualmente los miedos, dudas y la falta de información de lo que realmente somos capaces y de nuestra verdadera misión en la vida nos bloquean y retrasan en el camino. Nos hacen mirar al pasado con resentimiento y al futuro con cierto recelo. Aparecen los que yo llamo los “isidoros” (¿y si me pasa esto o y si me equivoco?), los “esques” (es que no sé, ya lo intenté pero…), los “siperos” y “noperos”, los “nopuedos”, los “estoesimposible”, y los “esdifícil”, “estoesloquehay”, “nohayotraopción” y demás programación negativa. Si eso hay en la mente, eso es lo que se materializará.

4.- Fluir no sabe de retenciones y por lo tanto tampoco del uso de la fuerza, no es tanto vencernos sino convencernos, motivarnos y dirigirnos hacia lo que deseamos ver convertido en realidad. La reina de la fluidez, el agua, nunca se esfuerza demasiado en nada, busca siempre la salida hacia el mar.

Es muy común perdernos en luchar contra lo que queremos ver desparecer, lo que lo hace mucho más grande. Transformar el muro en escalera para lograr ver el otro lado suele ser mejor solución que darnos de cabezazos contra él.

5.- Fluir es seguir fielmente la voz de la intuición y comprometernos con ella; trabajarla hasta que sepamos distinguirla perfectamente de otras voces. ¿y como saber lo que es intuición de la voz del Ego?. Igual que el amor es el polo opuesto del temor, la intuición que viene de nuestro Ser interno es el polo opuesto de la voz del ego que nos habla. Son lo mismo, sólo que un polo es guiado por el amor y el otro por el temor.

La intuición soluciona siempre para el mejor bien de todos, habla bajito, viene en el momento oportuno y en sus ideas hay certeza y tranquilidad, nunca ataca a nadie, y se mantiene en el presente. Es el amor dentro de nosotros el que habla, lo que significa que se presenta en momentos de intensa conexión interna, cuando nos sentimos entregados a la vida. Sus soluciones son perfectas para ese momento. Suele ir seguida de un racional “ que tonterías se me ocurren” y la dejamos pasar.



El ego habla alto y es repetitivo hasta la saciedad. Tiene miedo y se defiende, sus ideas suelen ser del tipo ataque o huida, repasa sin cesar el pasado y va creando expectativas de futuro. Es el que tiene miedo el que se comunica, y por tanto sus soluciones nunca son definitivas y las situaciones se repiten de nuevo. Curiosamente estamos más prestos a creer en éste otro por ser lo conocido, lo que nos lleva a perder la oportunidad de experimentar la magia de vivir en la incertidumbre. Aprendiendo a amarle, educándole en la confianza y uniéndonos a él comienza la transformación interna. La guerra debilita, ¡la unión hace la fuerza!



“La clave está en tus sueños”, Ed. Edaf. 2006

Fuente: http://www.medicinanaturalgalicia.com/
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viernes, 22 de febrero de 2013





NOSOTROS, LOS SENSIBLES

Nosotros, los Sensibles, somos los Mensajeros de la Eternidad!

Nosotros, los Sensibles, tenemos la luz brillando dentro de nosotros.

Nuestra sabiduría muchas veces puede ser confundida con la locura, por personas de mentira, por aquellas personas que viven presas de un mundo automático.

Nosotros, los sentimentales, los alquimistas, los arrepentidos por los errores, los hijos amados que fueron dejados atrás en un desierto, los que tienen fe indeleble, los soñadores, los locos de amor, muchas veces ya fuimos considerados las ovejas negras de la familia, pero nuestros sentimientos profundos como un mar, nos transformaron enseguida en mansos corderos que pastan felices por los verdes campos.

Dentro de nosotros arden pasiones interiores capaces de derretir cualquier hielo.

Nosotros ya morimos incontables veces, ya renacimos otras tantas más fuertes, más determinados en encontrar nuestra felicidad.

Nosotros, los sensibles, somos invencibles por las lágrimas e imbatibles por la sonrisa…

Muchos de nosotros, los sensibles, cargamos en el alma y hasta en los cuerpos las marcas de nuestra pasión por la vida.

Del más flaco al más fuerte, del más bonito al más feo.

No somos medidos por nuestra hermosura o por la grandeza de nuestro cuerpo, sino que somos admirados por el poder de nuestro corazón, por la fuerza que emanamos desde dentro de nuestro mirar.

Y las personas de mentira se quedan sin entender, cómo nosotros, los sensibles, conseguimos tener tanto poder!

Nosotros, los sensibles, estamos aquí para hacer la diferencia.

Nadie nos conoce por la superficie, sino por la profundidad de nuestros buenos pensamientos.

No somos santos, pero somos ángeles.

No somos perfectos, pero es en nuestra imperfección que mostramos nuestras mayores virtudes.

No es por la cáscara que queremos ser conocidos.

Queremos un relacionamiento íntimo con todo y con todos los que se nos acercan.

Podemos equivocarnos, fracasar en casi todo, pero jamás fracasaremos como seres humanos.

Nosotros los sensibles tenemos el don de sentir lo que los otros sienten, de traducir sus pensamientos, porque nuestro corazón capta lo que los otros corazones transmiten…

Estamos aquí para mostrarle a los otros que el alma existe, que la materia pasará, más tenemos vida para todo y para siempre.

Nosotros los sensibles, somos los mensajeros de la Eternidad!

Texto de André Aquino,
Adaptado por Cirilo Veloso Moraes
Traducción al español – Shanti

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