EL HOMBRE EN
BUSCA DE LA RESILIENCIA
20 julio, 2015
Hermandadblanca.org
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Considero justo y apropiado empezar a
hablar de resiliencia citando a Viktor Frankl : “Si no está en tus
manos cambiar una situación que te produce dolor, siempre podrás escoger la
actitud con la que afrontes ese sufrimiento”.
Frankl, psiquiatra, psicoterapeuta
austríaco e ideólogo de la teoría psicológica conocida como Logoterapia, merece
una mención especial, ya que es un ejemplo de una actitud resiliente y de cómo
reconstruirse ante una vivencia traumática.
En otoño de 1942, junto a su esposa y
a sus padres, fue deportado al campo de concentración de Theresienstadt. En
1944 lo trasladaron a Auschwitz y posteriormente a Kaufering y Türkheim, dos
campos de concentración dependientes del de Dachau. El 27 de abril de 1945 fue
liberado por el ejército norteamericano. Frankl finalmente sobrevivió al
holocausto nazi, pero tanto su esposa como sus padres fallecieron en los campos
de concentración.
A pesar de esta experiencia que, a
día de hoy nos parece imposible que se haya vivido tan próxima a nuestro
tiempo, Viktor expone en una de sus obras más célebres “El hombre en
busca de sentido” que, incluso en las condiciones más extremas de
deshumanización y sufrimiento, el hombre puede encontrar una razón para vivir.
Argumenta que es la búsqueda de
ese sentido lo que nos motiva y nos llena de razones para vivir y comenta
que “quien tenga un porqué para vivir podrá superar casi cualquier
cómo”.
La resiliencia no es una capacidad
innata ni una forma de entender y afrontar la vida que aparece por sorpresa, no
es un superpoder ni una técnica automática que se activa ante la adversidad.
La resiliencia es una actitud, una
capacidad que tenemos los seres humanos de afrontar y sobreponernos antes
situaciones adversas (pérdidas, daño recibido, pobreza extrema, maltrato, abuso
sexual, circunstancias excesivamente estresantes o victimizantes, etc.).
Supone un aprendizaje, una alta
capacidad de adaptación ante los obstáculos del entorno y exige también la
capacidad de poder recuperar el desarrollo vital que se tenía antes de
producirse el estresor o circunstancia traumática.
Como toda reconstrucción, no es un
proceso inmediato, esta capacidad implica sufrimiento, no nos
engañemos, pero asumir esta actitud es la mejor forma de adaptación que
conoce el ser humano. Consiste en un proceso de elaboración, no de
borrado, supone integrar la pérdida, no olvidarla.
En la mitad del camino hacia la
resiliencia aportamos y sacamos lo mejor de nosotros mismos, nos crecemos ante
la adversidad y es al final del mismo cuando podemos hablar de recuperación y
por tanto de felicidad. Dotar a nuestro camino de sentido significa disponer de
todas las respuestas que puedan ir surgiendo a través de la evolución y del
desarrollo personal.
No debemos olvidarnos que nosotros
mismos somos los responsables de lo que hacemos, de lo que reímos, de lo que
amamos pero también de lo que sufrimos y de lo que lloramos.
Los pilares de la resiliencia
Para comprender un poco mejor las
estrategias de la reconstrucción personal citamos a Wolin y Wolin (1993),
autores que exponen y describen los siete pilares de la resiliencia:
1. Introspección: hace mención a
preguntarse a sí mismo y darse una autorespuesta honesta.
2. Independencia: se define como la
capacidad de establecer límites entre uno mismo y los ambientes adversos; alude
a la capacidad de mantener distancia emocional y física, sin llegar a aislarse.
3. La capacidad de relacionarse: incide en la habilidad
para establecer lazos íntimos y satisfactorios con otras personas. Aquí
encontraríamos cualidades como la empatía, la sociabilidad.
4. Iniciativa: implica exigirse y
ponerse a prueba en tareas progresivamente más exigentes. Se refiere a la
capacidad de hacerse cargo de los problemas y de ejercer control sobre ellos.
5. Humor: alude al hecho de
encontrar lo cómico en la tragedia. El humor ayuda a superar obstáculos y
problemas, a hacer reír y reírse de lo absurdo de la vida (Jauregui, 2007).
6. Creatividad: es la capacidad de crear
orden, belleza y finalidad a partir del caos y el desorden. En la infancia se
expresa con la creación de juegos, que son las vías para expresar la soledad,
el miedo, la rabia y la desesperanza ante situaciones adversas.
7. Moralidad: se refiere a la
conciencia moral, a la capacidad de comprometerse de acuerdo a valores sociales
y de discriminar entre lo bueno y lo malo.
Ser resiliente depende en gran medida
de estos pilares o capacidades que acabamos de citar pero me gustaría antes de
dar por concluida esta reflexión recordar que; como personas somos lo que
luchamos por ser, somos seres cambiantes no estáticos, hay que aprovechar esa
plasticidad para adaptarnos y moldearnos ante las exigencias y dificultades.
Me defino como una persona bastante
escéptica con el determinismo, pues considero que para cambiar hay que creer en
el cambio y la felicidad es cierto que está en los pequeños, en los medianos y
en los grandes detalles, pero no se trata de buscarla por los rincones, se
trata de llegar a los rincones e inundarlos defelicidad.
La felicidad depende de nuestra
actitud, por lo tanto, depende de nosotros mismos y me da pena mirar a mi
alrededor y darme cuenta de que en la cultura que compartimos nos enseñan a
estar estresados, a estar tristes, a tener miedos y a sufrir
ansiedad; creo y considero que existe un interés social subyacente que promueve
estos estados de miedo y ansiedad pero lo más importante y lo que tenemos que
tener en cuenta y recordárnoslo diariamente es que ser felices depende sólo de
nosotros, de ti y de mí.
“Una experiencia traumática es
siempre negativa, pero lo que suceda a partir de ella depende de cada persona. En
la mano del hombre esta elegir su opción, que o bien puede convertir su
experiencia negativa en victorias, la vida en un triunfo interno, o bien puede
ignorar el desafío y limitarse a vegetar y a derrumbarse.”
Compartido por Jose Salido Botas
Fuente: http://psicopedia.org/
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