Los
“Maestros Ascendidos”, cuya existencia fue revelada por primera vez a finales
del siglo XIX por Madame Helena P. Blavatzky, son almas que pasaron por la
experiencia de vida en la Tierra, superando todos los estadios de conocimiento
posible en nuestro planeta, y alcanzando finalmente la liberación del ciclo de
reencarnaciones. Después de haberse enfrentado, a través de sus encarnaciones
terrenas, con obstáculos parecidos a los que nosotros vivimos cada día, han
“ascendido” a un nivel de existencia superior, desde el cual ejercen de
maestros, de guías espirituales y de protectores para la humanidad. A través de
su ayuda, podemos recorrer un camino de crecimiento como el que ellos han
completado, y sus vidas nos sirven de ejemplo para superar los límites del
cuerpo tangible y comprender los niveles trascendentes de la existencia.
La doctrina
teosófica habla de “iniciaciones” para representar los diferentes niveles de
evolución por los cuales transitan los seres humanos. Algunos estudiosos de
ocultismo de principios del siglo XX (por ejemplo, Charles W. Leadbeater y
Alice Bailey) describieron en el detalle cada iniciación y sus características,
así como las diferentes capacidades que las almas obtienen en cada nivel. Así,
los primeros cuatro grados corresponden a un crecimiento progresivo de la conciencia
– una “expansión”, según la define Bailey – pero siempre al interior del ciclo
de reencarnaciones en la Tierra: las almas pueden aumentar o disminuir su nivel
espiritual, según las acciones realizadas por sus cuerpos físicos. El quinto
nivel es la iluminación, o resurrección: las almas que la alcanzan no tienen
más necesidad de reencarnarse, y avanzan hacia convertirse en miembros de la
Jerarquía Espiritual. Pero la iniciación más importante es la sexta, es decir
la ascensión. Las pocas almas que alcanzan este nivel se convierten en Maestros
Ascendidos: a través de su contacto con la Antigua Sabiduría pueden influir
directamente sobre el presente, modificando el curso de los acontecimientos.
Según las
diferentes religiones, los hombres han definido los Maestros Ascendidos como
santos, mahatmas o profetas; así, los que alcanzan las iniciaciones siguientes
a la sexta, han sido definidos Bodhisattvas (los de séptimo grado), o Buddhas
(los de octavo). Sin embargo, estas denominaciones procedente de la India no
tienen que confundirnos: la elevada espiritualidad de los Maestros Ascendidos
transciende las diferencias entre las religiones humanas, ya que su camino de
evolución espiritual les llevó a una identificación con Dios como esencia
divina al interior del hombre mortal, independiente de las formas de veneración
específicas de cada religión. La novena iniciación, que es la más elevada,
convierte un Maestro Ascendido en Señor de la Tierra, el máximo grado de
existencia posible en nuestro planeta.
Desde su
plano de realidad, los Maestros Ascendidos ayudan a elevar el pensamiento y la
espiritualidad de la humanidad, actuando como emanaciones de Dios. Sus
enseñanzas se transmiten a través de escuelas secretas, y en algunos casos su
energía y sus mensajes se canalizan a través de mediums humanos. Gran parte de
las informaciones que tenemos sobre los Maestros Ascendidos han pasado por una
canalización, es decir a través de personas que poseen calidades que los hacen
aptos para el contacto con ellos. Estas calidades se pueden aprender: las
instrucciones para obtenerlas se concentran sobre la dominación del Ego, ya que
sólo cuando un ser humano ha conseguido equilibrar en si mismo los cinco
elementos alquímicos, y en particular la diada Cielo/Tierra, puede entrar en
contacto con los Maestros sin ninguna interferencia desde su Ego. De hecho, la
renuncia a los deseos y a las identificaciones personales son los primeros
estadios del aprendizaje teosófico, es decir el principio del camino para
convertirse en un instrumento de canalización.
Introducción
sobre los Maestros Ascendidos de la Gran Hermandad Blanca
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