CUANDO VOSOTROS ERAIS MI GENTE
(del “Libro Blanco”)
«Para
aquellos de vosotros que adoráis, esa es vuestra elección:
estar
perdidos durante vidas en la identidad de otro.»
Ramtha
Cuando muchos de vosotros erais
mi gente, juntos cruzamos grandes continentes y asediamos a notorios tiranos. Y
tras las duras batallas, largas marchas, países desconocidos, mares amenazantes
y tormentas devastadoras, todos vosotros ganasteis el premio de la libertad,
una libertad que obtuvisteis al final de la marcha, sólo porque habíais cruzado
las fronteras de vuestros mayores temores y estabais aún vivos para alcanzar un
nuevo hogar. Cuando lo alcanzasteis, tan poco miedo perduraba en vosotros, tan
grande era vuestro valor, y vuestro cansancio, que el hogar se convirtió en
sembrar la tierra, cosechar los alimentos y en criar niños y animales, porque
la paz es el resultado cuando uno ha conquistado sus máximos temores. Así que
todo lo que habíais conseguido al final de vuestra marcha, bien valía la
travesía tan lejos de vuestra
tierra natal, y en una nueva dimensión de entendimiento.
Cuando llegó la hora de mi
partida, vosotros estabais plantando vuestras semillas, y criando a vuestros hijos, construyendo vuestras chozas y arando la
tierra, disfrutando de la buena comida,
de la dulce mañana y de la noche tranquila. Ese era vuestro destino, porque era la culminación de vuestro deseo.
Esa fue vuestra recompensa
Estabais
iniciando vuestras nuevas
vidas y era hora de que yo me fuera a la mía, ya que lo que ganabais en vuestro
entendimiento de la paz era simplemente satisfacción para mí. Pero adonde yo
iba —que era mi hogar— era el gran y evasivo Dios Desconocido, el gran misterio
que hacía que todas las cosas sucedieran.
La mañana de mi partida fue un
día maravilloso y una gran pero corta despedida. Vosotros teníais a vuestros
pequeños que educar, vuestros campos que atender, y el ganado que cuidar. Y yo,
me fui con mi Padre, al cual había buscado toda mi vida y finalmente encontré
en un maravilloso lugar de entendimiento. Ese, realmente, era mi destino,
porque yo no deseaba ningún otro. Cada uno de vosotros ha vuelto a vivir aquí
vida tras vida. Y a través de cada una de ellas habéis crecido y progresado
inmensamente en vuestro entendimiento. Ahora la mayoría de vosotros quiere
saber. Ahora buscáis el entendimiento que yo busqué con fervor y encontré.
Habéis tenido vuestros hogares. Habéis dado vuestra valiosa semilla al mundo.
Habéis tenido todos los aprendizajes, todas las experiencias. Ahora estáis
listos para aprender lo que no pudisteis aprender antes porque vuestras
prioridades eran diferentes. Así, por el amor a vosotros y a toda la humanidad
he vuelto para enseñaros, tal y como os prometí que lo haría hace mucho, mucho
tiempo. Y yo os enseñaré como un gran maestro, pero deseo que vosotros hagáis
sólo lo que sintáis que sea correcto, nada más.
No he vuelto para hablaros del
esplendor que yace más allá de este lugar, sino para ayudaros a verlo por
vosotros mismos, y no a través de entendimientos filosóficos, sino mediante
unas enseñanzas que resuenan tan obviamente verdaderas dentro de vosotros que
vuestras almas os urgen a que volváis a ser el principio divino que olvidasteis
hace mucho tiempo. Y para que continuéis como una raza de entidades en esta
forma es muy importante que conozcáis vuestra propia divinidad, así como la de
los demás. A través del poder de mi ser y por el amor a vuestro ser os
enseñaré, como me enseñé a mi mismo, a retornar a vuestra grandeza y vuestra
gloria. Y en vuestra alegría, reiré con vosotros. Y cuando lloréis, os enviaré
un viento que secará vuestras lágrimas.
A través de estas enseñanzas aprenderás
a convertirte en el soberano que eras con toda tu gloria al comienzo
de este viaje excepcional. Aprenderás a escuchar en soledad la voz que está
dentro de ti y a seguir solamente el camino de la felicidad. Aprenderás a
sentir de una manera tan profunda que obtendrás el más auténtico tesoro de este
plano: la emoción. Y llegarás a amarte a ti mismo tan inmensamente
que sin importar quién esté delante de ti, encontrarás a Dios en él como lo
habrás encontrado en ti mismo, y lo amarás tan profundamente como has aprendido
a amarte a ti mismo. Entonces tú, que te has enseñado a ti mismo tan
elocuentemente, serás una luz brillante para el mundo, sólo porque eres un
ejemplo radiante del amor del Yo.
Ahora, esta enseñanza no es un
entendimiento religioso, porque la religión es dogmática, restrictiva, y muy
sentenciosa. No soy un maestro de religión, porque ésta ha traído gran división
y un gran daño a este plano. Esta enseñanza es simplemente conocimiento. Es
aprendizaje, es experiencia, es amor. Yo te amaré hasta que conozcas a Dios y
te conviertas en la existencia ilimitada que Dios es.
Esta enseñanza carece de leyes,
no posee ninguna ley, porque la ley es una limitación que obstruye la libertad.
No te voy a enseñar nada que no sea Dios y que no sea opciones. Estoy aquí para
abrir las puertas a un conocimiento mayor y así te des cuenta de tus opciones
sobre este plano; para que te des cuenta de que tu vida no se limita a este
plano, pues la vida existe en otros planos y en muchos otros lugares.
Estoy aquí para ayudarte a ti,
esclavizado por el miedo y atrapado por tus propios procesos de pensamiento, a
empezar a ver un nuevo horizonte de pensamiento ilimitado, propósito ilimitado
y vida ilimitada. Esto te lo enseñaré en este día hasta el punto en que quieras
recibirlo, hasta el punto en que quieras vivirlo. Voy a guiarte de regreso
desde tu yo enclaustrado hasta tu propia grandeza. Y aquello que está dentro de
ti, aquello que llamas tu luz interior, brillará con más fuerza que nunca.
No te pido otra cosa sino que
seas tú mismo. Pero la mayoría de vosotros no sabéis quién es vuestro Yo. Yo te
enseñaré cómo encontrarlo otra vez. Y cuando lo encuentres, nunca más lo
dejarás escapar. Cuando esto suceda nadie necesitará enseñarte nada más.
Entonces serás soberano en tu propia verdad y libre de vivir de acuerdo con tus
propios designios.
Yo he elegido volver hasta
vosotros a través del cuerpo de una mujer que fue mi hija amada en mis tiempos.
Cuando yo viví sobre este plano, no me casé con ninguna mujer. Pero en mi marcha, muchas entidades me dieron a sus
hijos como una muestra de agradecimiento. Aquellos que hacían queso me regalaban queso, y aquellos que hacían vino
me regalaban vino. Y para algunos, su mayor tesoro eran sus hijos, y ellos los
ofrecían a la Casa del Ram. Para ser una entidad que nunca se acostó con una
mujer, yo tenía más que nadie que conociera. Y los niños fueron grandes
maestros para mí, porque en su inocencia y pureza
de espíritu, ellos viven una verdad muy simple.
Mi hija fue uno de estos niños,
y yo amaba profundamente a esta criatura. Ella nunca quiso ser una niña
pequeña, ella quería ser un guerrero. Ser una mujer y tejer y hacer cosas de
mujer no le atraían. Ella nunca entendió realmente la guerra hasta mucho
después. Pero la entidad me amaba con gran cariño y ella no quería nada más que
aprender, y yo admiraba eso.
El día de mi ascensión prometí a
mi hija que volvería, aunque ella no sabía adonde iba. Le encargué ir a la
tierra llamada Turk, donde ella acabó sus días esperando que yo volviera. Pero
nunca lo hice.
Mi hija ha vivido muchas vidas y
ha sido quemada, decapitada y ha muerto de hambre por lo que ella sabía que era
una verdad. A través de todas esas vidas ha llegado a ser una criatura noble
que vive simplemente lo que ella es humildemente. Es por esa humildad que yo he
sido capaz de volver a través de ella para recordarle la herencia que tanto
ella como vosotros olvidasteis hace mucho, mucho tiempo. Este es su servicio al
mundo. Y para ella, así como para vosotros, he cumplido mi palabra.
Yo vine a mi hija en la mitad de
su vida, en un tiempo donde cosas tan inesperadas no ocurren. Porque ella era
limpia, correcta e inocente y no se aventuraba en creencias extraordinarias, la
elegí para este servicio y le enseñé durante mucho tiempo lo que os estoy
enseñando a vosotros. Empezamos este trabajo juntos guiados por el conocimiento
y el aprendizaje, sin anunciarnos desde un principio en la plaza del mercado,
para que pudiera crecer persona por persona.
He elegido hablaros de esta
forma porque sois muy propensos a adorar las imágenes de otros y a exaltarlas
por encima de vosotros mismos. Así que para aquellos que vienen a mi audiencia,
yo no tengo cuerpo que adorar ni pies que besar. Y mi hija no permitirá que
beséis los suyos, porque son sus pies después de todo. Cuando abandonéis mi
audiencia, no tendréis ninguna imagen para recordarme, ni foto que os podáis
colgar del cuello, poner en la pared o esculpir en piedra. Porque lo que se
enseña aquí no es a adorarme a mí, sino a adorar y amar totalmente lo que
vosotros sois, y a esa maravillosa esencia que yace latente dentro de vosotros,
llamada Dios Todopoderoso.
Yo no soy distinto de vosotros,
no hay nadie, visible o invisible, que sea más grande que vosotros. Ni hay
nadie que sea menos que vosotros. Todos sois iguales en el reino de Dios.
Aquellos de vosotros que deseáis
ser seguidores y adorar, o hacer más cosas fuera de vosotros que dentro de
vosotros, deseo que sepáis que yo no soy lo que estáis buscando. Estoy aquí
para ayudaros a convertiros en los soberanos de vuestra propia verdad, de
vuestro propio entendimiento. Mientras sirváis o adoréis o seáis devotos de
cualquier cosa fuera de vosotros mismos, nunca expresaréis la sublime belleza
que sois, y nunca llegaréis a ser realmente libres.
Sólo tú puedes ser tu mejor
amante. Sólo tú puedes ser tu mejor amigo y maestro. Jamás habrá voz alguna que
te enseñe mejor que la tuya propia. Ni palabra escrita que te enseñe mejor que
la tuya. Lo que tú eres en este día es la respuesta a todo lo que siempre has
anhelado. Pero si insistes en buscar fuera de ti caminos que seguir y entidades
que adorar, nunca verás o conocerás realmente la gloria de Dios. Sólo puedes
darte cuenta de tu divinidad, de tu iluminación, de tu desarrollo, a través de
ti mismo y tu amor proclamado del Yo. El único camino para la paz, la felicidad
y la realización en tu vida, es amarte y adorarte a ti mismo porque eso es amar
a Dios: amarte a ti mismo más que a cualquier otra persona, porque eso te dará
el amor y la constancia para abrazar a la totalidad de la humanidad.
Entonces yo, Ramtha, no soy el
modelo según el cual dibujar tu ideal. No puedes entender el misterio de ti
mismo a través de mí, sólo a través del conocimiento. El propósito de esta
enseñanza es infundir a través del conocimiento y la experiencia una sabiduría
firme dentro de ti, que buscarás al Dios Desconocido y te darás cuenta de que
eres tú mismo. Y ese es tu camino —tuyo y de nadie más— porque es tu vida y la
de nadie más. Yo soy un maestro, espléndido; pero no soy el ideal. Estoy
verdaderamente complacido de que hayas recorrido el camino hasta estas
enseñanzas, pero no debes quedarte aquí.
Todo aquello que te enseñe, todo
lo que aprendas, así se manifestará en tu vida. Entonces sabrás que lo que se
enseña aquí no es una filosofía, sino una verdad absoluta. Y con cada
manifestación crecerás y te volverás más fuerte, más ligero, más tranquilo y
más sencillo. Y en esta simplicidad, encontrarás al viento, y ese poder y esa
fuente te elevarán.
Todos vosotros habéis sido
entidades gobernadas, y vuestro gobernante ha sido el miedo, siempre lo ha
sido. El conocimiento te permite acabar con miedo, de manera que nunca más seas
esclavizado por los deseos de otro, sino que vivas totalmente en la libertad de
los tuyos. Cuando tengas el conocimiento, siempre serás libre, siempre. Cuanto
más contemples, apliques y experimentes estas enseñanzas, más libre y lleno de
gozo vas a estar.
Un día, ya sea en esta vida o en
las siguientes, cuando la plaza del mercado ya no te ofrezca nada más, habrá un
gran vacío, un gran empuje, y un gran deseo de convertirte en el todo. Entonces
tú también desearás ansiosamente cada momento en el altiplano, porque allí el
viento es como fuertes dedos en tus cabellos, los pájaros vuelan buscando lugares
distantes donde anidar, y el sol brilla con barras de oro a través de los
cielos. Y cuando hagas lo que yo hice y «seas», ya que esto es lo más
importante para ti, yo te daré la bienvenida adonde el Ram llegó. Porque la
puerta de la libertad, llamada conocimiento, está allí para ti, que abrirás tus
procesos de pensamiento hacia un entendimiento mayor y entonces vivirás ese
entendimiento, no fuera, sino dentro de ti mismo. Cuando lo hayas vivido,
entonces habrás acabado aquí, y partirás hacia una nueva aventura. Y las
aventuras que yacen más allá de este lugar son más maravillosas y
espectaculares de lo que puedas imaginar. Eres tan maleable en la luz que
puedes viajar al espacio exterior o al interior, dondequiera que desees ir.
Yo te amo profundamente. Si no
lo hiciera, no habría podido venir a ti de la forma en que lo he hecho. Cuando
aprendas a amarte a ti mismo como yo te amo, entenderás estas verdades, y
entenderás la grandeza que realmente eres. Y ese será un día grande y glorioso.
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