Somos una mezcla de emociones y razones traducidas en actos.
No, no nos conocemos al 100 %, y me atrevo a aventurar, que nunca lo conseguiremos.
El ser humano, debido a cambios continuos en su evolución, ya sean de entorno, de formas de pensar, de educación recibida, de experiencias vividas y demás circunstancias tanto externas a él como internas, nunca dejará de sorprenderse de sus acciones y de sus reacciones.
Es evidente que un ángel se conoce más a sí mismo y un arcángel mucho más que un hombre,
así sucesivamente si vamos subiendo la escala evolutiva y de sutilidad,
hasta llegar a ser Yo, pero incluso en esa posición, dudo del conocimiento
absoluto porqué el ser en sí mismo es ilimitado e infinito y consecuentemente
nunca dejará de sorprenderse, pero hablemos del homo sapiens.
Con la incorporación progresiva de la consciencia en el ser, nace la capacidad cognitiva de la mente y con ello la memoria, el análisis y la capacidad imaginar.
Con la incorporación progresiva de la consciencia en el ser, nace la capacidad cognitiva de la mente y con ello la memoria, el análisis y la capacidad imaginar.
Estos tres desarrollos en la mente humana son evidentemente necesarios
para el esclarecimiento de nuestra multidimensionalidad, pero también
constituyen una limitación arriesgada si no aprendemos a administrar nuestro
cuerpo mental.
También ocurre lo mismo con nuestro cuerpo emocional, nuestros sentimientos antes de la existencia del homo sapiens eran los protagonistas y absolutos regentes de nuestro ser, actuábamos tal como sentíamos y acordes a nuestro impulso emotivo ya que aun no había llegado a nosotros el razonamiento mental, pero ahora que estamos dotados de las dos herramientas, resulta que hay seres que razonan mucho y sienten poco, y viceversa, en la mayoría de los casos, el alma es limitada por la mente, ya hemos aprendido a etiquetar nuestros sentimientos, ponerles nombre, tales como la alegría, la tristeza, la ira, los celos, el deseo, la envidia, el placer, etc…, pero en muchas ocasiones, no nos cuidamos muy bien de etiquetar el contenido correctamente, hay muchísimas personas todavía que aun no saben lo que sienten, no saben identificar sus sentimientos y mucho menos las causas de los mismos, confunden deseo con placer, sexo con amor, celos con envidia, ansiedad con hambre y un sinfín de ejemplos que podría dar.
Esto ocurre porque llevamos mucho tiempo en nuestra sociedad, que nos dedicamos más a analizar que a sentir, pero justamente no analizamos los sentimientos, nos dedicamos más bien a etiquetarlos sin más, sin profundizar en su contenido y además le sumamos la dote de imaginación que nos proporciona la mente para, en vez de vivir el instante eterno, proyectar ideas y crear actos rentables de amor, la usamos para crearnos vanas ilusiones, paranoias mentales, esperanzas, nos hacemos películas de futuro basadas en la carencia actual y la necesidad. Todo este conglomerado, permitidme que os diga que embrutece nuestra mente, la limita y además confunde a nuestra alma.
Pongamos pues un poco de orden en nuestro ser, investiguemos que sentimos y su causa, pensemos en el momento, sintamos nuestros pensamientos y actuemos de alma a alma sin poner mucha limitación mental, solo la justa. Esto se va consolidando progresivamente si cuidamos nuestra introspección por la vía meditativa diaria, si intentamos liberarnos de nuestros apegos físicos, sin prisas pero sin pausas y dejando fluir siempre la corriente energética universal, sin pararla ni acelerarla, solamente viviendo, es así de simple.
Queridos lectores y lectoras, os recomiendo como siempre que nos preocupéis de nada y os ocupéis de todo, que no esperéis nada porque lo tenéis todo, solo andad y observaos al objeto de reconoceros lo máximo posible, de esta manera, nunca dejaréis de sorprenderos.
Un sorprendente saludo!
También ocurre lo mismo con nuestro cuerpo emocional, nuestros sentimientos antes de la existencia del homo sapiens eran los protagonistas y absolutos regentes de nuestro ser, actuábamos tal como sentíamos y acordes a nuestro impulso emotivo ya que aun no había llegado a nosotros el razonamiento mental, pero ahora que estamos dotados de las dos herramientas, resulta que hay seres que razonan mucho y sienten poco, y viceversa, en la mayoría de los casos, el alma es limitada por la mente, ya hemos aprendido a etiquetar nuestros sentimientos, ponerles nombre, tales como la alegría, la tristeza, la ira, los celos, el deseo, la envidia, el placer, etc…, pero en muchas ocasiones, no nos cuidamos muy bien de etiquetar el contenido correctamente, hay muchísimas personas todavía que aun no saben lo que sienten, no saben identificar sus sentimientos y mucho menos las causas de los mismos, confunden deseo con placer, sexo con amor, celos con envidia, ansiedad con hambre y un sinfín de ejemplos que podría dar.
Esto ocurre porque llevamos mucho tiempo en nuestra sociedad, que nos dedicamos más a analizar que a sentir, pero justamente no analizamos los sentimientos, nos dedicamos más bien a etiquetarlos sin más, sin profundizar en su contenido y además le sumamos la dote de imaginación que nos proporciona la mente para, en vez de vivir el instante eterno, proyectar ideas y crear actos rentables de amor, la usamos para crearnos vanas ilusiones, paranoias mentales, esperanzas, nos hacemos películas de futuro basadas en la carencia actual y la necesidad. Todo este conglomerado, permitidme que os diga que embrutece nuestra mente, la limita y además confunde a nuestra alma.
Pongamos pues un poco de orden en nuestro ser, investiguemos que sentimos y su causa, pensemos en el momento, sintamos nuestros pensamientos y actuemos de alma a alma sin poner mucha limitación mental, solo la justa. Esto se va consolidando progresivamente si cuidamos nuestra introspección por la vía meditativa diaria, si intentamos liberarnos de nuestros apegos físicos, sin prisas pero sin pausas y dejando fluir siempre la corriente energética universal, sin pararla ni acelerarla, solamente viviendo, es así de simple.
Queridos lectores y lectoras, os recomiendo como siempre que nos preocupéis de nada y os ocupéis de todo, que no esperéis nada porque lo tenéis todo, solo andad y observaos al objeto de reconoceros lo máximo posible, de esta manera, nunca dejaréis de sorprenderos.
Un sorprendente saludo!
Publicado por Sinoé Sacher Jiménez
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